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domingo, 24 de abril de 2011

LA LLORONA POTOSINA




Por calles estrechas de la ciudad, apareció una mujer con vestido y manto blancos; al caminar dejaba una estela que emanaba reflejos luminosos. Deambulada generalmente después de las doce de la noche, aunque no siempre como fantasma, porque cuando se dejaba ver, normalmente tenía todo el aspecto de una persona común y corriente, si bien no era usual que una dama caminara sola a esas horas.

Los caballeros noctámbulos la saludaban y ella contestaba con gracia, siguiendo apresurada su camino. Los que dicen haberla visto dicen que tenía un rostro hermoso y melancólico, se llamaba Lucia y que de día visitaba a personas amigos que sospechaban que era la Llorona. Ocurría la coincidencia que siempre que esta mujer paseaba por las calles hacia al rio Santiago en las orillas de la Ciudad, se oía el prolongado y lastimado grito de Aaaayyyyyyy mis hiiiiiijjjooooossss…! Una y otra vez.

Al día siguiente la gente comentaba: “ Que cosa más curiosa y casual, anoche encontré por una estrecha calle del rumbo de Santiago a Lucía y al perderla de vista escuché un llanto semejante al que dicen que hace la Llorona”. Y otras personas comentaban “Yo también escuché un lamento”, Yo también… esto sucedía con bastante frecuencia.

Cierta vez en la que se organizó unafiestaen la casa de una la familia de renombre donde se habían reunido varias amistades, estaba también Lucía; se veía contenta, hasta risueña, no obstante algo extraño reflejaba su rostro, algo como una preocupación o un lejano recuerdo que la entristecía. Iba sola, como siempre que asistía a cualquier lugar; no se le conocía pariente alguno, vivía sola en una casita en los aledaños del barrio de Santiago al norte de la ciudad, muy cercana del rio del mismo nombre. Nunca se supo el origen de Lucía; era una mujer joven y bella, envuelta en un bajo misterio; ella nunca habló de su procedencia, tal vez porque nadie se lo preguntó. Eran las doce de la noche cuando Lucía se despidió de las personas reunidas en la fiesta. No bien había salido de la casa cuando se dejó oir un lamento largo, tenebroso clamando por sus hijos. Todos los que permanecieron en la casa referida quedaron como petrificados, paralizados por el terror.

hubo un largo silencio. Cuando pasó el pánico y volvió la tranquilidad algunos comentaron “y la pobre de Lucía se fue sola”… Alguien dijo en tono de broma: “¿No será ella misma la Llorona?” Todos se rieron porque el chiste les hizo gracia, menos una mujer que tenía dotes de clarividencia y que ya había notado en Lucía algo extraño, algo que le hacía sentir como que no perteneciera a este mundo, que aquí estaban purgando una pena, ella sabía que Lucía bien podía ser la Llorona.

Una noche cerrada, en que no brillaban las estrellas, una de esas noche en que el frio es intenso y la lluvia pertinaz, asistió Lucía a una de esas acostumbradas fiestas provincianas, amenizada con piezas de violín, piano, cantos; nutrida con exquisitas viandas y endulzada con variados postres.

Un elegante joven, ataviado con traje de fina procedencia inglesa, vio a Lucía por primera vez y quedó impresionado ante su extraña belleza, cuyo rostro resaltaba emergiendo de un ropaje coloreado en varias tonalidades de azul cobalto envuelto en una capa tornasol bordada con perlas.

El joven miraba extasiado aquella belleza extraña. Llegó el momento en que Lucía debería retirarse, él se ofreció para acompañarla a su domicilio, a lo cual accedió ella después de insistentes ruegos tanto del joven como de los anfitriones. Subieron al coche tirado por un caballo y tras de caminar un rato, cuando se oyeron sonar a lejos doce campanadas, Lucía dijo de repente:

“aquí me bajo, alguien me espera“; Y sin hacer parar el coche bajó de él y tendió un vuelo tenue, con su vestido luminoso, casi pegado al suelo. Enseguida se escuchó el grito lastimero: aaaaaaaaaayyyyyyyyyy mis hiiiiiiiiiiiiijjjjjjjjjjjjjjooooooooooosssssssssssssssss…! Que se perdió en la distancia, en medio de la lluvia nocturna. El joven quedó paralizado de miedo, después dio un fuerte chicotazo al corcel y a carrera tendida se alejó de ese lugar.

Contó a todos lo acontecido, unos le creyeron, otros no, pero la verdad es que Lucía jamás volvió a aparecer por ningún lado.

Sin embargo, hay quienes aseguran que todavía hoy, han oído el triste lamento de la Llorona Potosina.

Por : Elizabeth Monsivais
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