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lunes, 2 de mayo de 2011

LAS DOCE MONEDAS



Don Fortunato vive en un ranchito cerca de Matehuala, en S.L.P., y cuenta que hace varios años el tubo platica con un difunto, el cuenta que en aquellos años, tenía un burro, al que llevaba todos los días a tomar agua a la presita, el acostumbraba dejar que el burro tomara agua y mientras tanto caminar cerca de la presa y después acostarse a descansar bajo un árbol mientras esperaba al burro, el cual bebía agua y posteriormente acudía bajo el árbol donde lo esperaba su amo.



Cuenta que un día, mientras esperaba al burro, llego hasta él un señor el cual comenzó a platicar con el de la siguiente forma:


~ Buenos días amigo.
~ Buenos días le de Dios, contesto don Fortunato.
~ Oiga amigo, A usted le gustaría tener mucho dinero.
~ A quién no. Dijo don Fortunato.
~ Pues mire, le voy a decir una cosa, pero no quiero que se vaya a asustar.
~ Déjeme decirle, que aquí como me ve, yo morí hace ya varios años, y deje enterrado una buena cantidad de monedas, aquí cerca. Si usted quiere, yo puedo decirle como y donde encontrarles, después de todo su nombre significa Fortuna.
~ Pues si como usted dice, yo soy el afortunado, y esto no es cosa mala, dígame usted que debo hacer para encontrar ese dinero, que usted me dice.
~ Mire, primero debe usted de llevar 12 monedas a nuestro señor de Matehuala, cuando haya hecho esto, venga aquí mismo, que yo le diré que más tiene que hacer pues el dinero es para usted.


Al otro día muy temprano, salió don Fortunato rumbo a Matehuala, entro en la catedral y dejo las doce monedas al señor de Matehuala, como había sido el mandato del difunto, después acudió nuevamente al lugar de la aparición y le llamo:


~ Oiga amigo, por donde anda, mire que ya fui a Matehuala y deje su encargo.
En eso apareció nuevamente el señor frente a don Fortunato y le dijo.
~ Mire Fortunato, ahora lo que tiene que hacer es, ir a su casa y buscar a gente de mucha confianza para que le ayude a sacar el dinero, pero recuerde, de mucha confianza.
~ Y asegúrese que, las personas que lo acompañen no traigan con ellos barajas, ni pistolas, ni cuchillos, porque esas personas lo van a querer matar.


Don Fortunato se fue a su casa, y busco varios hombres de su confianza para que lo ayudaran y al otro día se fue en busca del dinero.


Al llegar al lugar indicado, vio nuevamente al difunto quien le dijo.


~ Antes de empezar a buscar el dinero, pregúntales si no traen alguna baraja, pistola o cuchillo.


Y así lo hizo don Fortunato les pregunto a sus compañeros.


~ ¿quién trae una baraja por ahí?
~ Y uno de los compañeros saco la baraja.
~ Oigan y un cuchillito o pistola que traigan.
~ Uno saco el cuchillo y otro una pistola.
~ Ya vez Fortunato, mejor ahí deja el dinero porque estos te van a querer matar para quedarse con él.


Así que don Fortunato, prefiriendo cuidar de su vida, decidió irse y regresar otro día.


Pero cuando volvió ya no encontró ni al anima, ni el dinero. Afortunado don Fortunato que pudo salvar su vida, desafortunado porque nunca vio el dinero.


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